Siempre se ha dicho que el de periodista es el oficio más hermoso del mundo.
¡Qué responsabilidad y, al mismo tiempo, qué valor hay que tener para escribir diariamente la Historia!
Pero, ¿qué es la Historia? Tal vez el relato de los que ganan, tal vez el relato interesado de cómo queremos que nos vean dentro de un tiempo futuras generaciones. Sin embargo, no podemos vivir sin un relato que explique lo que está pasando. A veces para corroborar nuestra visión de las cosas. Aveces para ampliar nuestras miras. A veces sólo por si acaso, para distraernos.
Cuando, allí por el año 2002, inicié mi andadura en este oficio desde la Universidad me confirmaron que mi obligación era informar, formar y entretener. Informar de lo que está ocurriendo en este preciso instante. Formar con ello la conciencia de la opinión pública, fomentando el debate, el juicio crítico, la diversidad de ideas para escribir la Historia. Y, por último pero no menos importante, entretener.
Entretener es clave en un medio visual, rápido, casi interactivo con el espectador como es la televisión. Donde se cree que todo está inventado - desde los documentales a la telebasura - llega un brillante showman llamado Jordi Évole y nos hace plantearnos que, quizá en el Siglo XXI - era del mayor desarrollo de la información en toda la Historia- quizá somos más ingenuos, menos críticos, que en la Antigua Grecia. Que no sabemos apreciar un buen producto de entretenimiento. Que no sabemos ponderar en su medida un hecho histórico - el 23F - sin molestarnos cuando buena parte de los intelectuales y políticos más relevantes de aquel momento y de hoy, se prestan a hacer una pantomima para hacernos pensar.
Multitud de redes sociales, acceso ilimitado a información instantánea no nos han hecho apreciar una aventura periodística sin igual en España, cuando se creía que todos los géneros televisivos estaban inventados. Quizá es que pensar cansa y duele. Quizá es que no estamos acostumbrados a reirnos más que en el bar discutiendo sobre el Madrid- Barça.
Simplemente, por la valentía de experimentar, de querer ir más allá, de hacernos pensar cuando la versión oficial de la realidad es más increíble que un documental falso, enhorabuena a "Salvados".
¡Qué responsabilidad y, al mismo tiempo, qué valor hay que tener para escribir diariamente la Historia!
Pero, ¿qué es la Historia? Tal vez el relato de los que ganan, tal vez el relato interesado de cómo queremos que nos vean dentro de un tiempo futuras generaciones. Sin embargo, no podemos vivir sin un relato que explique lo que está pasando. A veces para corroborar nuestra visión de las cosas. Aveces para ampliar nuestras miras. A veces sólo por si acaso, para distraernos.
Cuando, allí por el año 2002, inicié mi andadura en este oficio desde la Universidad me confirmaron que mi obligación era informar, formar y entretener. Informar de lo que está ocurriendo en este preciso instante. Formar con ello la conciencia de la opinión pública, fomentando el debate, el juicio crítico, la diversidad de ideas para escribir la Historia. Y, por último pero no menos importante, entretener.
Entretener es clave en un medio visual, rápido, casi interactivo con el espectador como es la televisión. Donde se cree que todo está inventado - desde los documentales a la telebasura - llega un brillante showman llamado Jordi Évole y nos hace plantearnos que, quizá en el Siglo XXI - era del mayor desarrollo de la información en toda la Historia- quizá somos más ingenuos, menos críticos, que en la Antigua Grecia. Que no sabemos apreciar un buen producto de entretenimiento. Que no sabemos ponderar en su medida un hecho histórico - el 23F - sin molestarnos cuando buena parte de los intelectuales y políticos más relevantes de aquel momento y de hoy, se prestan a hacer una pantomima para hacernos pensar.
Multitud de redes sociales, acceso ilimitado a información instantánea no nos han hecho apreciar una aventura periodística sin igual en España, cuando se creía que todos los géneros televisivos estaban inventados. Quizá es que pensar cansa y duele. Quizá es que no estamos acostumbrados a reirnos más que en el bar discutiendo sobre el Madrid- Barça.
Simplemente, por la valentía de experimentar, de querer ir más allá, de hacernos pensar cuando la versión oficial de la realidad es más increíble que un documental falso, enhorabuena a "Salvados".